Reseña: Gorakhnath, de Joel Vril, por Alejandra Láquesis
Reseña: Gorakhnath, de Joel Vril, por Alejandra Láquesis
La colisión entre estos dos mundos se presenta cuando se encuentra el cuerpo inerte —presumiblemente intacto— de Gorakhnath, creador del Hatha-yoga y uno de los 84 Siddhis: una criatura perfecta y de poderes sobrehumanos. Occidente verá en este hallazgo una oportunidad inigualable para hacerse con el arma biológica definitiva, sin saber el alcance ni la magnitud cósmica de la potestad de este superhombre…
Este es el ucrónico escenario donde se sitúa la enigmática novela corta Gorakhnath (Ediciones Cinosargo, 2011), primera parte de una anunciada trilogía del no menos enigmático Joel Vril (seudónimo), de biografía ficticia. Siguiendo los patrones habituales de la literatura fantástica chilena contemporánea, la obra opta por reelaborar de manera ucrónica algunos rasgos llamativos de nuestra realidad, en lugar de optar por la creación plena de un Mundo Secundario.
En esta ocasión, estos rasgos se sostienen en nuestro desconocimiento de la cultura espiritual hindú, que a ojos occidentales por cierto que puede ser percibida como “fantástica”, o al menos pintoresca. Para ello, el autor demuestra haber investigado previamente algunos conceptos reales del hinduismo, como el maya (ilusión), pero dándoles un espesor ficcional, al mezclarlos con otros inexistentes e incorporándolos a un argumento de pretensiones sobrenaturales.
Sobrenatural
es un término que precisamente le viene bien a esta obra, sobre todo
porque la acerca a la tradición más conocida de la literatura
fantástica, en donde suele presentarse un entorno verosímil que luego es
puesto en conflicto a través del surgimiento de un hecho inexplicable
desde la lógica racional. En Gorakhnath, esto se aprecia a través
de la tensión entre el mundo europeo-occidental y el hindú, en donde el
primero será un fiel exponente del discurso científico y de la razón, y
el segundo, de aquello inabordable por el intelecto humano, sólo
asimilable por el espíritu. En este sentido, se podría interpretar que
lo sobrenatural (el encuentro del cuerpo de Gorakhnath y de las
implicancias de este hallazgo) se desarrollaría a través del choque y la
apropiación que hace la cultura europea de un elemento que no les
pertenece, pretendiendo usarlo para beneficio propio.
Por
supuesto, esta temática de otredad ha sido ya ampliamente trabajada
desde el género fantástico. Lo particular de esta obra, al
desarrollarla, es su filiación a una narrativa que poco a poco va
adquiriendo mayores adeptos en nuestro país: la que se sostiene en
conspiraciones en torno a aspectos ancestrales de culturas originarias o
milenarias, apoyándose para ello en el planteamiento de diversas
ucronías.
Aquí,
tras el hallazgo y posterior contrabando del cuerpo de Gorakhnath, un
grupo de científicos alemanes que trabajan para el Reich proceden a
someterlo a distintos experimentos para lograr despertarlo. Sus
propósitos no tienen por objeto más que hacer que Gorakhnath emplee sus
poderes sobrehumanos al servicio de Alemania, o bien, descubrir de qué
manera podría implantarse el potencial de desarrollar estos poderes en
soldados alemanes. Los alcances de esta conspiración violan el mensaje
aparentemente espiritual manifestado por los seguidores del movimiento
de Gorakhnath, y las implicancias se aventuran funestas para la
trilogía.
Un
planteamiento semejante, pese a lo trillado, podría resultar
interesante si se realizase con oficio y meticulosidad estética. Ya se
ha mencionado que Vril tiene conocimiento de conceptos propios de la
espiritualidad hindú —y que consigue insertarlos de manera coherente en
su texto— de manera que en ocasiones cuesta determinar si algunos no
serán propios de su invención. Sin embargo, la novela falla en aspectos
más elementales: los propiamente narrativos.
La
estructura de la obra es de carácter fragmentario. A la narración más o
menos cronológica que va desde que se encuentra a Gorakhnath hasta el
desenlace, se insertan otros textos complementarios, como las cartas de
Goecke o las notas de Groppius. Ambas tienen una función bien
delimitada: las primeras, evidencian cómo la mentalidad racional de un
europeo letrado como cualquier otro se empieza a sentir inclinada por el
exotismo espiritual de la India; las segundas, cómo alguien que se
asumía como un europeo letrado más esconde unos cuantos secretos. Sin
embargo, estos cambios de foco se suceden de manera demasiado brusca y
en ocasiones pueden provocar el extravío de la narración, sobre todo
porque no existe ningún elemento gráfico que marque las fronteras entre
una sección y otra. La homogeneidad de voces, como se verá a
continuación, aumentan la confusión.
Más
grave aún es el tratamiento de los personajes. Acaso porque la obra
plantea una colisión de imaginarios, se podría decir que todos los
personajes principales son fácilmente intercambiables entre sí, pues las
cualidades personales son muy escasas y poco aprovechadas. Más bien
responden a un modelo de hombre de ciencias: racionales, fríos,
temerarios en el desafío a lo desconocido. Lo mismo sucede con los
personajes del otro lado: monjes, hindúes comunes y eminencias
espirituales, que resultan más misteriosos y barrocos en su lenguaje.
Con todo, es un hecho que, sin importar el imaginario desde donde
provenga cada uno, a veces se tiene la impresión de que todos hablan
exactamente igual. ¿Cómo un científico europeo podría expresarse de la
misma manera que un hindú con una formación completamente distinta?
Definitivamente,
se echa en falta un protagonista con quien el lector se pueda sentir
más identificado, sobre todo para percibir de mejor forma la irrupción
de lo sobrenatural. A esta falencia, parece contribuir también el
transcurso mismo del argumento, que se centra en la descripción de
multitud de experimentos conducidos para despertar a Gorakhnath, algo
que en sí no resulta tan literario como volcarse sobre las reacciones y
sensaciones de los personajes, al ver cómo su mundo conocido empieza a
descascararse. El efecto se entorpece en los diálogos, un tanto
forzados, que más de una vez remiten al acortamiento propio de algunas
películas menores de conspiración.
Ahora
bien, por supuesto que esto se trata de una elección personal, pudiendo
incluso plantearse que este efecto de una narrativa casi “aséptica” es
una estética voluntaria, para remarcar la banalidad y disparate de la
lógica de los hombres de ciencia. Tampoco hay que olvidar que la obra es
parte de una trilogía, de modo que aún falta ver cómo irá
desarrollándose en los volúmenes que quedan.
Por lo anterior, Gorakhnath es
una novela corta cuya lectura se debe llevar a cabo teniendo presente
que parece más interesada en la temática conspirativa delirante y en la
ucronía antes que en la Fantasía y en el oficio literario más canónico.
Sin duda será una obra por lo menos llamativa para quienes sientan
inclinación por la literatura fantástica tal y como se viene publicando
en Chile, desde frentes paralelos a Fantasía Austral.
***
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El plazo del concurso se extiende desde el Lunes 12 de Marzo hasta el Lunes 19 del mismo mes, a las 20:00 horas.
Los resultados se publicarán pocos días más tarde, a través de una
actualización al inicio de esta misma entrada, momento en el que se
procederá a contactar al ganador o ganadora para coordinar el envío del
ejemplar. Como siempre, recordamos a los participantes de regiones que
ellos deben costearse la encomienda, a través del servicio por cobrar.
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