No mueras joven, todavía queda a quien decepcionar por Iris Kiya


No mueras joven, todavía queda a quien decepcionar

Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo
Héctor Viel Temperly


La lluvia es el perfecto ejemplo de barroquismo en el poemario de Andrés Villalba, porque así como la lluvia menuda que cae en las estertosas calles quiteñas, dejan oler el curry y la mirra (perdón por la cacofonía) de un hombre o mejor dicho de una voz poética que se convence de no haber nacido en dicha ciudad, más que un hombre es un esfínter, que se contonea y pausadamente describe a la mujer, aquella soberana y recalcitrante putita. El esfínter se abre y se cierra cuando escucha alguna canción de Tom Waits, cuando se piensa en una sola mujer, pero se escribe sobre las que no valen la pena, porque llenan las páginas de palabras algorítmicas. El esfínter se vale de sí mismo para seguir sobreviviendo, cultiva recuerdos que se anexan a la palabra y corroen la distancia entre la historia y el lector. El lector, en es este caso, es un mero objeto tautológico que le agrega ojos, piel, labios a las mujeres y hombres que aparecen en el poemario; el intermedio por el cual el lector llega al éxtasis y satisface su necedad y necesidad de poesía. De nuevo, afirmo con vergüenza y osadía que el poemario de Andrés Villalba es el vínculo entre el hombre y la palabra a través de la creación de un esfínter. El esfínter aparece desperdigado en ciertos fragmentos como si fuera un niño que permanece estático, pero al mismo tiempo mira, escucha y perpetúa su existencia a través de su propia disolución, cito: Sufro la mugre y el smog más lapidario de este páramo andino que es como el ángel cirrótico con la boca cosida que vive en los metales oxidados de mi pecho. Sufro de forma estridente los fracasos y alegrías de esta tristísima ciudad. Sufro a morir los domingos más abatidos del mundo que son los quiteños.
El poemario está inundado de frases bucólicas y de enfermedad, aquel esfinterismo que tiene llagas de soliloquio, porque ya no es hombre, ya no es nada, solo alguien de 35 años que no quiere morir joven, porque todavía quedan miles de mujeres soterrañas, poetas malos y políticos atorrantes a quienes decepcionar. 



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