Breve comentario sobre YAKUZA de Francisco Ide por Efe Be






¡Sorpresa! Han caído los grandes metarrelatos y hace un buen tiempo ya, la poesía ha venido haciéndole justicia a esta máxima del viejo Lyotard. Hablando desde las micropolíticas, de los pequeños espacios de enunciación apartados, olvidados, dejados al margen por la historia oficial, lo otro. Disidencia sexual, marginalidad, locura, etc. Son tópicos que se han vuelto recurrentes en las letras jóvenes chilenas, casi como si fuera símbolo de buena poesía encontrar la experiencia más particular y menos dicha ¿pero qué ocurre cuándo entregamos esta búsqueda al delirio creativo?   Emerge la poesía de Francisco Ide, que ya no se preocupa por hacer un trabajo archivístico/recopilatorio para poder rescatar lo más fehacientemente posible la experiencia a trabajar, sino que genera una nueva especie, un nuevo habitante de la polis chilensis.

Ide no revela, sino que construye. Desde mi punto de vista no sólo a partir de la historia de su apellido como deja entrever en su postfacio, sino que más importante, generará una forma alternativa de contarnos la construcción socio-cultural de símbolos pop de la marginalidad. Entre mediados de los 90s y mediados del 2 mil ¿quién no vio a un Yakuza decadente deambulando por las calles de su población, con su polera de samuráis y sus tatuajes diluyéndose? Un Yakuza a la chilena, macheteando, metido en la pasta, imponiendo respeto a punta de choreza y con un pasado que ya ni él mismo recuerda. Es específicamente sobre este pasado a lo que apunta Ide, la construcción de una mitología de lo urbano.  Un ser ficiticio que comienza instalando un ciber con tragamonedas y sushi y termina sin nunca poder escapar de la violencia, fumando pasta en la costanera, al lado del río, a la vuelta de mi casa o la de cualquiera de ustedes.  


Y justamente, esta poética potente, esta filiación precisa entre la mafia japonesa y la decadencia progresiva de nuestras periferias, un relato para estos sujetos híbridos  que cada vez se hacen más frecuentes sobre todo en nuestra América, hacen que Yakuza sea un libro interesantísimo, el gesto del rescate creativo de las particularidades, de la construcción fantástica de los actores sociales olvidados, ya no el mero seguir dándole a la diferencia hasta el fragmento atómico e irreconciliable. 


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