Sobre Letras en movimiento. Recopilación de escritos migrantes en Tarapacá en Letras s5





En palabras de Simmel: “El extranjero nos resulta próximo en la medida en que sentimos que compartimos con él una misma naturaleza nacional, social, profesional o genéricamente humana. Pero también nos resulta distante en la medida en esos mismos rasgos no pertenecen sólo a él y a nosotros sino que son propios de muchas más personas” (Simmel et alia; 2012:25). Es en este juego entre cercanía y distancia donde se produce una tensión específica con el extranjero, la conciencia de compartir lo genérico acentúa al mismo tiempo todo aquello que no se tiene en común, empleándolo como sustrato para la configuración de fronteras simbólicas que trascienden la materialidad de las mismas, “ya no es la línea aduanera, sino el límite de la identidad” (Grimson, 2003)
El estudio de las fronteras  se puede resumir según Grimson, en un doble reconocimiento por un lado las zonas fronterizas además de lugares de cruce y diálogo son también espacios de conflicto, estigmatización, y creciente desigualdad. Por otro y ya desde un ámbito más conceptual, la frontera no se desdibuja al transitarla, más bien persiste como un elemento central en la configuración de la identidad “la comunicación entre dos grupos puede ser el proceso a través del cual esos grupos se distinguen mutuamente” (Grimson, 2003:16).
Existen dos dimensiones relativas a la configuración de identidad por diferencia: una se logra mediante fronteras externas, lo que da como resultado la no-pertenencia a un determinado grupo, la otra se produce mediante fronteras internas, relacionada a la exclusión dentro de un determinado grupo (Simmel 2012; Penchaszadeh, 2008). El libro a presentar,  Letras en movimiento. Recopilación de escritos migrantes en Tarapacá, se origina en la frontera, como realidad fáctica pero también imaginaria construida social y disciplinariamente (Tapia, 2012). En este contexto, la figura del extranjero –inmigrante tensiona el ideario de una identidad colectiva, cerrada, y  “homogénea” que tiende  a erigir el “nosotros” desde la  exclusión, por oposición a ese “otro”, extranjero- ajeno:
“La inmigración sería la que pondría en riesgo de alterar o romper aquella homogeneidad mítica o fundacional, aquella homogeneidad étnica, cultural, religiosa o política, que en realidad nunca existió y que siempre ha estado asociada a posiciones totalitarias y excluyentes” (CeiMigra, 2010-2011:83)
En Chile, estas posiciones son más evidentes debido a la respuesta por parte del Estado a la cuestión migratoria. Durante años se ha operado según la lógica de seguridad nacional y control de flujos migratorios, en el marco de un desfase temporal; debido al desajuste entre la ley de extranjería y el contexto migratorio actual. Las consecuencias asociadas a esta construcción social además de la exclusión e invisibilización de los/as inmigrantes, se traducen en un incremento de actitudes y prácticas racistas y xenófobas por parte de la sociedad de acogida. En palabras de Tijoux quien prologa esta obra “el inmigrante tensiona el imaginario chileno fundado en el proceso identitario de la historia de conflictos políticos y representa negativamente al pobre que ‘quita el trabajo’, al inmigrante que porta el fardo histórico de los negados de Chile y al que amenaza la estabilidad familiar ‘roba maridos’” lo que sin duda repercute en su autovaloración, y lo ubica en un lugar inferior (Tijoux, 2015)
La investigación que desemboca en el libro, se realizó en la Región fronteriza de Tarapacá, caracterizada por concentrar  la mayor proporción de inmigrantes respecto de la población local (9,3%, DEM: 2014), su composición pluriétnica y multicultural producto de su cercanía con Bolivia y Perú,  la migración circular y la infinidad de intercambios que van desde los pueblos aymaras a los diferentes grupos que hoy conforman la sociedad tarapaqueña. Desde aquí se aborda la dimensión artística de la inmigración, una temática poco desarrollada en el ámbito de los estudios migratorios en Chile más bien dirigidos a perspectivas sociodemográficas, ciudadanía y trabajo.
Con el objetivo de “desvelar algunas características no abordadas del sujeto migrante y empleando la escritura como un método de acercamiento a ese otro”, Nanette Liberona y Roberto Bustamante se aproximan a su objeto de estudio, y con ello a la búsqueda de escritores/as  inmigrantes con mayor representatividad en la región, (provenientes de Perú,  Bolivia, Colombia y Ecuador). Mediante técnicas de investigación cualitativas: trabajo de campo etnográfico en primera instancia para identificar a  los “creadores/as” y más tarde entrevistas semiestructuradas para conocer parte de su vida, su experiencia migratoria y afición por el género literario, advierten que existe una construcción territorial en las narrativas de los/as escritores/as inmigrantes, a través de la cual se explican sus acciones en el tiempo y el espacio.
Este material resulta sumamente interesante pues de forma sencilla y creativa contribuye a la   investigación social sobre procesos migratorios cada vez más complejos, al develar información desde un enfoque bidireccional; en atención tanto a la población inmigrada como a la población nativa y al ampliar la mirada en los estudios migratorios considerando la dimensión cultural en la incorporación de los inmigrantes a los contextos receptores.El análisis del discurso de los hablantes – en el apartado que antecede a los escritos- permite conocer la relación que establecen los/as inmigrantes con la sociedad tarapaqueña de acogida, indagar en sus expectativas de reconocimiento cumplidas o fallidas, y asimismo comprender el comportamiento de la población nativa.
Rescatando la experiencia migrante a partir de escritos sinceros y  sentidos, en formato de cuento, poesía, relatos de vida, autobiografía y hasta una canción, el libro logra transmitir al lector las limitaciones materiales pero también simbólicas con las que se encuentra ese otro extraño que vendría a tensionar la identidad nacional que se pretende homogénea. La diversidad de voces materializadas en los escritos revela episodios cotidianos de discriminación y diferenciaciones culturales raciales que dificultan  la convivencia plural en la sociedad. Como lo explica la autora Nanette Liberona: “la movilidad humana se despliega en prácticas socio-espaciales que construyen territorio, por eso la escritura migrante nos puede ayudar a identificar de qué forma ese territorio tarapaqueño va adquiriendo nuevas identidades”.
Los relatos de las y los escritores/as inmigrantes están atravesados por la vulnerabilidad social y económica propia de la condición migrante, distanciado de los afectos, desprovisto de certezas respecto a su bienestar y el de sus familias en origen, y desarraigado, no logra identificarse complacidamente con quien en su momento fue, ni  tampoco con quien es hoy en tierras lejanas, tal como se expresa en el siguiente poema:
“Nadie sabe sobre su vida,
Ni ella misma,
Nadie sabe cómo vive, ni que bocados prueba cada noche
Nadie sabe dónde duerme, ni sobre ¡que! descansa su cabellera roja…
…¡Nadie sabe! ni siquiera ella
Qué hace aquí…y no allá
Allá de dónde ella es”
La Extranjera, Celene Sanchez

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