Ascenso y delirio marica. Sobre Tríptico de verano y una mirla (Cinosargo 2012) de Cermeño – Escovar – Marsella por Felipe Orellana Baeza
Ascenso y delirio
marica.
Sobre Tríptico de verano y una mirla
(Cermeño – Escovar –
Marsella)
por Felipe Orellana Baeza
por Felipe Orellana Baeza
Un escritor mediocre hierve en su
insaciable apetito marica y ni los genios del Baldor se salvan. Las palabras
agonizantes de un rey a su hijo: entrégate a mi como yo lo hice con mi padre,
así lo dicta la corte. Bogotá se remece y deja escapar una antigua civilización
enana, mientras un charro lucha por su vida en las ruinas de una ciudad
sexualmente violenta. Un ave aprende qué es el amor de la única forma posible:
sufriendo. La tormenta rosa envuelve cuanto encuentra a su paso y arrastra al
lector con ella. Los relatos de Tríptico de verano y una mirla,
repletos de personajes que buscan defraudar cuanta certeza tengan, se levantan sobre el delirio y el
absurdo como la jugarreta impredecible que debe ser la literatura cuando quiere
explotar en la cara. Las historias parten al borde de un precipicio y la
primera palabra es un paso seguro hacia delante.
Una jeringa llena del antídoto a la
abulia: un virus.
¿Cuál? El predicado por Burroughs en la
Interzona.
Pero, ¿a quién le interesa ese viejo
maricón que escribía en inglés, si tenemos tanta loca arrebatada en nuestro
continente? No olvidar el barroco trolo de Copi, de Osvaldo Lamborghini, de Vallejo,
de Reinaldo Arenas o Lemebel. Y si quitamos el componente homoerótico, tenemos
la locura de Aira, de Emar, de Caicedo, de Rafael Chaparro, entre tantos.
Y ahí entra Marsella con su libro.
Pues, en estos textos escritos a dos
manos, es su voz asesina-creadores quien
rompe el cascarón para surgir vaporosa entre los mocos. Marsella, el alter ego
colectivo de Cermeño y Escovar, define los cuatro relatos presentes en el libro,
además de protagonizar uno. Su obtuso espíritu ficticio corretea por los
rincones de todos los cuentos, dejando estelas de una épica mutilada y
sampleando su historia en cada uno.
El ser
creado por Cermeño y Escovar, al igual que el resto de sus personajes, se
acerca más al viejo Prometeo que al moderno. Y con la patota de monstruos a la
siga, ofenden el decoro buscando algo que es capaz de destruirlos. ¿Qué? El
placer, el amor, la desidia, en fin, la libertad.
Y cualquier persona cuerda se condenaría
por ella.
Tríptico de
verano y una mirla
Cermeño – Escovar – Marsella.
Editorial Cinosargo, 2012.
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