Entrevista a Julio Meza Díaz, autor de Solo un punto (Cinosargo 2014) por Camila Ortiz.



Entrevista a Julio Meza Díaz, autor de Solo un punto (Cinosargo 2014) por Camila Ortiz.

1) Solo un punto es tu primera novela, y fue publicada originalmente en Lima el 2010, esta reedición pondrá en contacto tu libro con el público Chileno, de la lectura se desprenden personajes que responden a arquetipos universales y parodias del mundo escolar, la violencia en las aulas, el racismo, aun así, como ves la relación que se pueda llegar a dar con el lector de este lado del continente.

El primer encuentro entre mi novela y algunos lectores chilenos se dio justamente el 2010. Ocurrió en el marco del coloquio de literatura fantástica y de ciencia ficción que en Lima realiza anualmente el crítico Elton Honores. Según recuerdo una persona del público soltó un comentario tan fuera de lugar que me dio demasiada vergüenza ajena. Creo que era un señor que preguntó algo así como “¿y a qué hora comienza la misa?” y luego sacudió una biblia sobre su cabeza. Entonces me vi obligado a ejercer las veces de diplomático, me acerqué a los primeros extranjeros que encontré y les pedí disculpas en nombre de mi país. En el grupo estaban Daniel Rojas, Joel Rojas, Pablo Espinoza Bardi, Andrés Olave, Eduardo Cuturrufo y Renato Contreras. Se sorprendieron por mi actitud, celebramos comentarios políticamente incorrectos y finalmente intercambiamos libros. La verdad es que con ello yo ya me sentía satisfecho.

Sin embargo a la mañana del día siguiente recibí en mi cuenta del Facebook un mensaje. No recuerdo si era de Daniel, de Joel o de Andrés. Se me estaba invitando a charlar ese mismo rato. Fui un poco por curiosidad y un poco por temerario. En ese momento leía novelas policiales; de modo que pensé que sería protagonista de alguna aventura del género. Cuando llegué al hospedaje me di con la sorpresa que sí, al parecer iba a vivir en carne propia la violencia del policial negro, pero no como personaje principal sino como la víctima secundaria. Salieron todos los amigos que he enumerado y me dio la impresión de que tenían gesto poco amable. Mi preocupación fue tal que comprendí la utilidad de llevar siempre a la mano una pastilla de cianuro. Pero me equivoqué. No querían cobrarse un débito. Les había gustado mi novela.

¿Qué les había gustado? Pues creo que lo mismo que quizás pueda gustar a otros lectores chilenos. Las escenas que algunos denominan absurdas, pero que en mi opinión son la constante en la realidad. Me parece que también les agradó el modo en que describo a ciertos representantes del ala más conservadora de la iglesia católica. Cabe anotar que el Oh! Pus Dei ha expandido sus tentáculos en el Perú de un modo semejante al de Chile. Tal vez otro aspecto es el acercamiento al tema del racismo, el cual es una lacra en todas partes y constituye una de las formas más palpables de la violencia contemporánea.

Otro detalle a subrayar es que Solo un punto está elaborado como un aparato de ficción. Más allá de lo tocante a los problemas sociales, Solo un punto es una novela con sus propias reglas internas. Daniel Salvo, un escritor y crítico, dijo que este texto tenía un pie en el género realista y otro en el fantástico. No sé si sea exactamente así. Lo que sí puedo decir es que uno de los personajes de cuando en cuando se sienta y pone huevos como una gallina.

 2) Ya pasado un tiempo desde la escritura de Solo un punto y entendiendo hay elementos autobiográficos que se pueden rastrear al Perú de los 90 y su violencia interna, la cual se traslada a las aulas del colegio San Augusto, cómo observas la situación actual en los colegios del Perú y la vigencia de lo relatado.

Es cierto que la novela tiene algunos rasgos biográficos. Pero también trata de escapar de esas mismas coordenadas. Cuando estallan las circunstancias más escabrosas los personajes se consuelan diciendo algo parecido a: “por lo menos no estamos en el Perú de fines de los 80 e inicios de los 90”. De modo que todo sucede en un país andino indeterminado, el que al parecer tiene más suerte que el Perú de los años señalados.

En lo que respecta a la situación actual de los colegios en el Perú, creo que ha ayudado mucho el encontrar un término para denominar la violencia dentro de las aulas: bullying. Ahora, lo curioso es que esa violencia ha existido desde mucho antes del término, el que por lo demás proviene del espacio anglosajón. La pregunta es entonces: ¿necesitamos de un término en inglés para recién visualizar y luchar contra una tara social en Latinoamérica?

Considero que la mayoría de los colegios peruanos han cambiado para bien. Tengo la impresión de que en su interior no se vive de forma tan agresiva. Sin embargo son más caros, menos accesibles, salvo los planteles públicos. Quizás se daba a que se vive otro contexto: sin guerra interna pero bajo la lógica de un pensamiento único, el del libre mercado por sobre todas las cosas. Eso sí, todavía en ciertos espacios queda la sombra del autoritarismo religioso. Pongo un ejemplo que se puede verificar en los diarios digitales. El año pasado el Poder Judicial peruano sentenció en contra de un colegio católico privado del Cusco para niños bien. El director y otros profesores permitieron que se ejerciera violencia sobre un alumno. Se les sancionó con una multa cuantiosa. ¿Qué ocurrió? Ex - alumnos, padres de familia y otros salieron a la Plaza de Armas a marchar en defensa del “buen nombre” del colegio y de los sacerdotes implicados. Vi la marcha con mis propios ojos. Los manifestantes gritaban consignas desconcertantes. Incluso alguien pidió: “¡tres hurras por Dios!”. La masa respondió a lo solicitado y añadió de forma espontánea: “¡Dios no se va! ¡No se vaaa! ¡No se vaaa!”. Creo que a eso solo se le puede denominar síndrome de Estocolmo.

Y aquí salta a relucir algo. Cusco es la ciudad que más turistas recibe en el Perú. Se cree que es una ciudad cosmopolita porque llega gente de todas las nacionalidades. Sin embargo se ven escenas como la que he comentado. Quiere decir que no se es cosmopolita porque se convive con un grueso número de turistas o incluso porque se viaja cada mes. Se es cosmopolita porque se respeta la diferencia y se dialoga y se aprende de ella. Y esto es lo que quizás se debiera enseñar primero en los colegios. 

3) En tu libro el humor y la parodia son clave, pero también hay en el grueso de la historia una noción que emerge, el poder de cambio o revolución que tiene el arte en una comunidad, puedes hablarnos del humor y la idea de nominar paródicamente a tus protagonistas y bueno, explicar esa idea de arte y reforma.

Sé que es ingenuo pensar que el arte per se puede lograr directamente un cambio en la sociedad. Es decir, ninguna muestra fotográfica en la Polonia de 1939 hubiera podido detener a los ejércitos invasores de la Alemania Nazi y la Unión Soviética. Sin embargo el arte puede sentar las bases de cierta insatisfacción como también dar origen a un lenguaje común entre aquellos que se enfrentan al poder. Quizá son ambas cosas las que intentan los protagonistas de la novela y por ello crean la revista titulada Solo un punto.

Ahora, el humor es a la vez una excelente herramienta democratizadora como un arma de discriminación. Si te burlas del rey lo estás bajando al llano, lo estás igualando a los demás. Por el contrario si te burlas del que no tiene ningún poder estás agravando su marginación. Esto lo comprendí poco después de escribir la novela; de modo que no necesariamente utilicé el humor bajo esos parámetros. En ocasiones lo introduje porque como escritor y a la vez lector la pasaba bien haciéndolo. Hay que recordar otro detalle: como apunta Manuel Ballester el control de lo políticamente correcto sobre el lenguaje esconde muchas veces una dictadura de las buenas intenciones. La literatura no tendría por qué someterse a ello ni a ningún otro deber ser.
Lo de las nominaciones paródicas se basó un poco en la práctica de algunas sociedades en las cuales no se le da un nombre arbitrario a las personas. Es decir, se espera a que el joven o la jovencita cumplan cierta edad y pasen por algunas experiencias. Al que demuestra talento y mesura con el arco se le llamará “flecha acertada”, por ejemplo. “Flecha acertada” se conducirá en la vida bajo los contenidos que encierra su nombre. Sin embargo puede suceder que decepcione. Imaginemos que “flecha acertada” se mete una borrachera y empieza a atravesar a sus amigos y amigas sin justificación alguna y para colmo ni siquiera logra herirlos en zonas delicadas como el corazón o la cabeza. “Flecha acertada” pasa a ser más bien “gatillo loco” o algo semejante. Esta fue más o menos la lógica que quise introducir en los nombres de los personajes. Son los demás los que les dan su nombre y a lo largo de la novela se revela si cumplen o no con lo que se esperaba de ellos.

4) Paralelo a tu escritura, sabemos tienes un proyecto trinacional, la revista llamada Manicomio Suyay que junta redactores de Perú, Bolivia y Chile con textos literarios, de sociología, derecho y crítica, además esta circula por los tres países, eso mismo te ha llevado a viajar y conocer la realidad literaria y también educacional de estas tres naciones fronterizas ambos elementos de tu novela, háblanos un poco de Manicomio Suyay y tu experiencia en la frontera.

Lo que he podido sacar en limpio es que hay demasiado desconocimiento. Te doy algunos ejemplos. Muchos en el Perú y Chile creen que Bolivia es un país únicamente altiplánico, pero olvidan que la mayor parte del territorio boliviano está constituido por valles templados y la zona tropical de los llanos orientales. En el Perú he escuchado a gente que quisiera que la economía peruana se parezca cada vez más a la chilena. Lo curioso es que esta misma gente sería la primera en perjudicarse con la privatización completa de varios servicios públicos, entre ellos la educación, por ejemplo. En Bolivia me han preguntado si en el Perú seguimos sufriendo de los coches-bomba de Sendero Luminoso. Se sigue pensando que vivimos en la situación de las décadas de los 80 ó 90. Son cosas básicas pero asombra que no sean del conocimiento general. Y a veces esta desinformación empuja no solo a juicios errados sino sobre todo a idealizaciones de lo que acontece en los otros países. Por ejemplo se idealizan figuras políticas que tras un manto demagógico esconden prácticas autoritarias. Es curioso y alarmante que estando en el mismo vecindario nos conozcamos tan poco.


Fragmento de Solo un punto (Cinosargo 2014)

El huevo

En el fondo de sus sueños, el Amigo Talentoso escuchó varias veces una misma palabra: «¡Hijooo! ¡Hijooo!». Y, con la lentitud del que no quiere saber nada del mundo, abrió los ojos y descubrió quién lo reclamaba: era su madre que, a su costado, trataba de despertarlo.
—Hijo —le soltó, sonriéndole con cariño—. Tienes que reunirte con tus compañeros para hacer un trabajo.
—Gracias, mamá —mencionó el Amigo Talentoso, y comenzó a recoger sus moscas y  meterlas en un frasco. Cuando terminó su labor, su madre ya se había retirado. «Ay, si se enteraran mis padres», se dijo el Amigo Talentoso, se levantó y observó la superficie de la silla. «Qué bueno», agregó. «No he puesto nada». Sacó un cigarro y, luego de comprobar que la cajetilla estaba vacía, la adhirió con goma en el techo. «Cuando haya pegado tantas que no pueda vivir en mi habitación, significará que el cigarro me ha hecho daño». Enseguida, se colocó una camisa negra de franela, y partió a la calle. «Ahora, debo ir donde esos estúpidos», reflexionó, con un gesto de molestia.
Con las manos en los bolsillos, caminó algunas cuadras —cinco o seis—, y llegó al edificio en donde lo esperaban. «Caray», se dijo, observando su reloj. «Es demasiado temprano». Y decidió tomarse un trago en el bar de la esquina.
—¡Una cerveza! —pidió, acomodado en una mesa—. Y que esté helada.
—Disculpe, caballerito —le respondió un mozo, acercándose—. ¿Antes de servirle cualquier licor, podría mostrarme su libreta electoral?
—Eh… —dudó el Amigo Talentoso, y agregó—: Tráigame entonces agua. Mientras bebía con tranquilidad, vio por la ventana a un canillita que ofrecía periódicos y revistas. «¿Podré sacar la revista?», pensó, limpiando sus gruesos lentes. «Tal vez deba pedir ayuda. De hecho que habrá gente interesada en este proyecto. ¿Pero a cuántos necesito? Como a diez o quince. Requiero gente que maneje una buena pluma, fotógrafos que capten excelentes ángulos, artistas gráficos que dibujen con talento y diagramadores hábiles en la disposición del espacio... ¿O mejor lo hago solo?». Y, con un gesto maquinal, miró su reloj. «Es hora». Se puso en pie y, en la silla en donde había estado, encontró que había puesto un huevo.

«Maldición», se dijo, y, sigilosamente, lo recogió.


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Julio Meza Díaz (Lima, 1981). Estudió Derecho en la PUCP. Ha publicado Tres giros mortales (cuentos, 2007), Lugares comunes (poemario, 2010) y Matemáticas sentimental (poemario, 2010). Por este último recibió el premio Universidad Cayetano Heredia. Ha publicado también El amor sabe a sábila (novela gráfica breve, 2010). Ha sido finalista del Certamen de poesía laEditorial 2013 con su poemario inédito, No me gusta el fútbol. Dirige la revista boliviana-chilena-peruana, Manicomio suyay. Colabora con artículos de opinión y crítica literaria en diversos medios. Prepara la publicación de su tesis de licenciatura, Triángulo humano: derecho, literatura y discapacidad. Los “opas” y “locos” en la obra narrativa de José María Arguedas.

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