Sobre Proyecto Apocalipsis (Cinosargo 2011) por Julio Meza Díaz
Andrés Olave y Eduardo Cuturrufo
Proyecto Apocalipsis
Ediciones Cinosargo
Arica, 2011, 134 págs.
“Me
enfrentaré a ustedes con ira, y los castigaré siete veces más por sus
pecados. Comerán la carne de sus hijos y la carne de sus hijas.
Destruiré sus torres, abatiré sus altares, amontonaré sus cadáveres
sobre los cadáveres de sus ídolos, y yo mismo los aborreceré. Reduciré
sus ciudades a escombros y devastaré sus santuarios. Asolaré la tierra, y
quedarán atónitos y desenvainaré la espada en pos de ustedes.
Su tierra será un yermo y sus ciudades una ruina”.[1]
Con este epígrafe del Levítico, libro del Antiguo Testamento y el Tanaj, empieza Proyecto Apocalipsis,
novela de acciones trepidantes, humor reivindicatorio y elaboración
simbólica. Escrito a cuatro manos, pertenece a la ola cada vez más
grande de publicaciones latinoamericanas que apuestan por la ciencia
ficción, género que, hasta fines de la década de los 90, era entendido
como menor.[2]
Si bien son varios los elementos a rescatar de Proyecto Apocalipsis,
los que siguen podrían considerarse como los más importantes; pues
permiten que la novela sea entretenida y a la vez alimente el juicio
crítico del lector.
Evangelium
La
anécdota que moviliza la narración es muy parecida a la de la serie
manga de TV Neon Genesis Evangelium (también conocida solo como
Evangelium).[3] En esta la humanidad sufre los ataques de unos seres denominados “ángeles”. En Proyecto Apocalipsis,
Jesús baja del cielo y, mientras los creyentes se arrodillan envueltos
en fe, extiende los brazos y “desde sus manos abiertas –aún con las
llagas de la crucifixión– saltaron bombas nucleares rumbo a todos los
rincones del mundo”.[4]
Luego de la catástrofe, el ejército de Dios, también conformado por
ángeles, se abalanza para diezmar a los escasos sobrevivientes.
No obstante la similitud, Proyecto Apocalipsis
no profundiza en la construcción de sus personajes a la manera de
Evangelium. Más bien apuesta por la alegoría política y echa mano del
humor. Tal como se expondrá adelante, estas características impiden que
la novela sea epigonal y la convierten en un texto con valiosos rasgos
propios.
Lirismo funcional y diálogo
Proyecto Apocalipsis
está organizado en cuarenta y ocho escenas, las cuales, por su
brevedad, generan una lectura tensa. Debido al grueso número de
personajes, se opta por narrar los hechos de forma paralela, sobre todo
en las páginas finales, cuando ocurre la batalla en Jericó y se intenta
rescatar a Anna. Aunque el tiempo se desenvuelve linealmente, esto se
quiebra en un único momento para subrayar la perspectiva ideológica del
libro.
A
causa del contexto bélico, los personajes están divididos en dos claros
segmentos: la resistencia humana, que vive bajo tierra; y las huestes
de Dios, que “con flamígeras espadas planeaban sobre el cielo enrojecido
en busca de infieles a quienes exterminar”.[5]
Si bien el motivo de la segmentación es justificado, una de las fallas
de la novela se encuentra en este maniqueísmo, el cual, sin embargo, se
atenúa por la paradójica tarea de los ángeles (que, pese a ser entidades
puras según los cristianos, en Proyecto Apocalipsis ejercen el
rol de emisarios de la muerte) y por el cambio que se da en el ángel
Ostrogodo Pacem, luego de que su cuerpo fuera tomado por el espíritu de
Lobsang, miembro de los rebeldes.[6]
Uno de los logros de Proyecto Apocalipsis
es su lirismo funcional, el que, además de ampliar el espectro de voces
de la novela, consigue sobre todo darle un mejor acabado a las
atmósferas, sin interrumpir el fluido de la narración. Este recurso se
vuelve particularmente interesante cuando las acciones se focalizan en
Hikaru, el protegido de la diosa Amaterasu. Basta un extracto para
graficar lo sostenido. “Lo que ves realmente no lo ves hasta que
comprendes que hay algo más; en las sombras, en la luz [le dice su padre
a Hikaru mientras juegan Go]. La imagen nítida de la realidad es casi
Vacío. No te dejes engañar por la tendencia innata a generalizar, no es
vacío porque siempre hay algo. Estamos nosotros, casi vacíos pero aún
somos algo, está la voluntad, el espíritu, la mente; está el amor. Estas
existencias, debes comprender, pertenecen a lo que llamamos casi vacío y
lo llenan”.[7]
En Proyecto Apocalipsis
se aprecia también un elaborado aprovechamiento de los diálogos. Los
ángeles y los oficiales del ejército de Dios son “Hijos del Cielo”. Los
humanos provienen de distintos lugares (por ejemplo, Rusia y el Tibet) y
son los descendientes de los pocos que lograron salvarse del bombardeo
nuclear acaecido cientos de años antes. En este panorama, ninguno de los
personajes arrastra una forma de hablar que pueda ser contextualizada
con precisión. Sin embargo, los diálogos funcionan en armonía con el
resto de la obra. Esto se debe a que en Proyecto Apocalipsis las
acciones se dinamizan a partir del intercambio de palabras. No afecta en
nada que, por ejemplo, el último ruso de la historia, Koteopolus
Sychov, se exprese del mismo modo que el Supremo Inquisidor de los
ejércitos angélicos del Hemisferio Norte, Tomas de Torquemada. Lo que
importa es que el encuentro de ideas de Koteopolus Sychov y el tibetano
Lobsang Hammpau[8]
abre el camino hacia la batalla en Jericó y la realización de El Talón
de Aquiles, que es el último intento por vencer al poder omnívoro de
Dios.
El humor
En Proyecto Apocalipsis el humor es una herramienta de dos caras: impide la indignación ciega y posibilita la denuncia sin caer en la propaganda.
Mediante
el humor, los lectores perciben mitigados los sufrimientos de los
personajes humanos. Se sabe que la resistencia casi no tiene
oportunidades de vencer. Sin embargo, esto se acepta sin rabia gracias a
situaciones como las que atraviesa Koteopolus, quien, luego de
preguntarle a su computadora si el plan Talón de Aquiles tendrá éxito,
recibe por respuesta lo siguiente: “Tus opciones son: morir de inmediato
o un poco más tarde”.[9]
Por
otra parte, el humor evidencia la estupidez del poder absoluto
detentado por las fuerzas celestiales. Ningún personaje es tan soberbio
como Santo Tomas de Aquino. Y sabemos de él debido a sus reacciones
agresivas, como la que exhibe frente a la secretaria del Doctor
Asclepio, a quien, por hacerle esperar cinco minutos, “vociferaba en su
cara insultos de grueso calibre en idiomas que hacía mucho se
consideraban extintos”.[10]
Proyecto apocalipsis y la ciencia ficción
Si se adopta lo sostenido por Lola López Martín,[11]
quien indica que algunas características “paradigmáticas de la
literatura hispanoamericana de ciencia ficción del siglo XXI [son]:… La
noción de las paraciencias y las doctrinas del ocultismo como auténticas
ciencias… La ciencia [que] puede ser compatible con otras disciplinas
que no entran en el orden de lo “positivo”;[12] se debe asumir que Proyecto Apocalipsis es un reciente ejemplo de las novelas de ciencia ficción que se han escrito en nuestros países.
La
paraciencia y el ocultismo son las principales armas de la resistencia
humana. Su descripción se encuentra desde las páginas iniciales de la
novela. Koteopolus Sychov recibe en su Ipad con conexión a la intranet
la información necesaria para realizar El Talón de Aquiles. Y de
inmediato, para que la empresa se realice con éxito, Koteopolus se
purifica lastimándose con un látigo de cuero.[13]
El Bokor resucita a los miembros caídos de su tropa personal mediante
ritos que implican el uso de la sangre de gallos y cerdos sacrificados.
“Sin embargo, la resurrección no siempre salía como se planeaba y
algunos cuerpos revivían de forma defectuosa, seres inferiores a zombis,
que apenas podían ser utilizados como bestias de carga”.[14]
Estos
elementos descritos coexisten con artefactos que poseen características
tecnológicas posibles (por lo menos en teoría). Un ejemplo es La
Jesuítica. Con forma de Jesús, es una nave espacial de tres kilómetros
de alto, 500 mil toneladas y gigantescos motores antigravedad. Por sus
manos dispara misiles con cabezas nucleares.[15]
Alegoría
Proyecto apocalipsis
es una novela de claro propósito alegórico. Dios puede ser leído como
un dictador; el empleo de un “protocolo anti rebelde”, como las normas
represivas dadas por el sátrapa;[16] la “incapacidad de autocrítica”, como la ceguera que produce el poder absoluto;[17] la larga tortura que sufre Anna, como la violencia que aplica el régimen a sus enemigos;[18] la seguridad anímica de las tropas angélicas, como la soberbia que genera el monopolio de la fuerza;[19] la aparición de un ejército de esqueletos, como los familiares de los desaparecidos que exigen justicia.[20]
La naturaleza alegórica de Proyecto Apocalipsis es sintomática. El año pasado, en un coloquio internacional sobre literatura fantástica celebrado en Lima,[21]
se concluyó que, entre otros aspectos, lo que caracteriza a los géneros
fantástico y de ciencia ficción en Latinoamérica es su vocación no
evasiva o, más bien, de retorno a la realidad.
Esto se aprecia muy bien en Proyecto apocalipsis.
No solo hay guiños que refieren a la dictadura de Pinochet o su trágica
secuela (el empleo de una suerte de estadio de fútbol como espacio para
el sufrimiento;[22] la descripción de Dios como un general retirado que, desde algún lejano lugar, “regía su potestad insuperable”[23]), sino también la mención poco velada a Antofagasta,[24]
Chile, a donde llegan los miembros de la resistencia para perpetrar el
que quizás sea el último intento por alcanzar la libertad de los seres
humanos.
El
resultado es trágico y a la vez alentador. La alegoría se cierra con
una apuesta a favor de la lucha continua contra toda clase de tirano.
Novelas latinoamericanas sobre dictaduras
¿Por qué de una u otra forma se siguen escribiendo? Luego de analizar las novelas El otoño del patriarca, El recurso del método y Yo el Supremo,
hace más de treinta años Mario Benedetti se hizo una pregunta
semejante: ¿porqué la asunción simultánea del tema? Su respuesta fue la
siguiente: “Que tres notables novelistas como García Márquez, Carpentier
y Roa Bastos, hayan coincidido en elegir la figura (promedial o
histórica) de un dictador del pasado, es un categórico juicio sobre el
presente, desgraciadamente pródigo en esos padres putativos de la
tortura que, como el personaje de Roa Bastos, admiran al “matador de
cisnes, ese extraño asesino que mata a los cisnes para oír su último
canto”. Pero también es una alerta sobre el futuro”.[25]
El
futuro del que hablaba Benedetti es nuestro hoy, una Latinoamérica en
la cual algunos países experimentan los ecos vivísimos de las dictaduras
de su pasado reciente, y otros soportan a envejecidos o nuevos tiranos
que, tras una mentirosa fachada democrática, intentan aferrarse al poder
y sus suntuosos beneficios.
Proyecto apocalipsis
es una novela que debe leerse por varias razones. Una de ellas es por
su juicio sobre el ahora y su alerta sobre el futuro (que ojalá sea
distinto a nuestros días).
Julio Meza Díaz
Otros comentarios sobre la novela:
Con el permiso de los autores, puedes leer y/o descargar las primeras veinte páginas de la novela:
[1] LA BIBLIA, Levítico 26: 28-33
[2] LO FÁNTÁSTICO EN LATINOAMÉRICA. Honores, Elton (Coordinador). Lima: Cuerpo de la metáfora, 2011. Pág. 9.
[3] ANNO, Hideaki. Neon Génesis Evangelium. Tokyo: Estudio Gainax, 1995.
[4] OLAVE, Andres y CUTURRUFO, Eduardo. Proyecto Apocalipsis. Arica: Ediciones Cinosargo, 2011. Pág. 8.
[5] Ibid. Pág. 10.
[6] Ibid. Págs. 107 - 111.
[7] Ibid. Pág. 53.
[8] Ibid. Pág. 44.
[9] Ibid. Pág. 37.
[10] Ibid. Pág. 21.
[11]
LÓPEZ MARTÍN, Lola. (Fanta)ciencia ficción hispanoamericana : Teoría y
definición del género. En: Lo fantástico en Hispanoamérica. Honores,
Elton (coordinador). Lima: Cuerpo de la metáfora editores, 2011. Págs.
95 - 115.
[12] Ibid. Págs. 111 y 112.
[13] Op cit. Pág. 10
[14] Ibid. Pág. 18.
[15] Op cit. Pág. 128 y 129.
[16] Ibid. Pág. 12.
[17] Ibid. Pág. 13.
[18] Ibid. Pág. 30.
[19] Ibid. Pág. 34 y 35.
[20] Ibid. Pág. 60.
[21] Coloquio internacional: El orden de lo fantástico: 27, 28 y 29 de Octubre, 2011. Lima, Perú.
[22]
Ibid. Pág. 22. El lugar en donde se multiplica dolorosamente a
Pretorius es “una sala inmensa, equivalente a un estadio de fútbol
humano”. Al perder su individualidad (se crean diez mil ángeles iguales a
él), Pretorius sufre también un modo de desaparición.
[23] Ibid. Pág. 46.
[24] Ibid. Pág. 118.
[25] BENEDETTI, Mario. El recurso del supremo del patriarca. México: Editorial Nueva Imagen, 1987. Pág. 29. (Primera edición: 1979).
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