La humana geografía poética/política del poeta Fernando Rivera [por Víctor Munita]

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Un libro es mucho más que unos versos lindos con características patrimoniales chauvinistas y/o rebuscados panfletos y llevarlos a una imprenta para ganar pequeñas monedas, el poeta aquí borra esa mala práctica con textos profundos, conscientes, bien delimitados, con una voz propia y musicalidad que a ratos es una ironía gritada de esquina a esquina, con elevación poética y urbanidad contemporánea y patrimonial, con un respeto tremendo por el libro como objeto de arte cuidando detalles de la técnica, la composición y el oficio que nos permite llamarnos artistas.

El libro “Raíz de uno, antología olvidada” de la editorial Cinosargo, tiene tres capítulos: el capitulo 1 se divide en raíz de 1, raíz 4 , raíz 9, raíz 16; el capítulo 2 se divide en raíz de 25 y el capítulo 3 en raíz de 36, raíz, raíz de 49, de 64 y raíz de 81.

El Capitulo I, Inicia con un poema llamado “En mis manos” fuerte y seco desde sus primeros versos, como deben ser los poemas. Donde se comprende que la técnica literaria es sin duda una nuez de calibre 44 que va siendo cargada arriba, al medio y abajo con las balas; sin hacer girar el poema como lo haría un revolver en una ruleta rusa, o sea el poeta no deja nada al azar. Fernando sabe que es un poema bien hecho y conoce la responsabilidad con el lector, tal como el que juega, con la muerte de metal en sus manos.

Y dice:
Las balas las malditas balas/ color fucsia/ - hasta ahora un enigma para mi el color de esas balas – pidiendo a gritos ser cargadas y culminar su abandono.

Este mismo capítulo, es donde la nostalgia, la desesperanza y algo de dolor por el pasado del hablante, se posiciona por sobre el amor contemplativo a una artista de teatro de una compañía antigua que pasó por la zona; aunque el amor es jovial como una manzana, el se embarcaría hasta el naufragio donde el mar puede ser un simple vaso de agua o la actitud embelezada de dos padres enamorados; mas el amor siempre deja una grieta o desmorona un hogar en cosa de segundo con sólo con una mirada.

Cito:
Recuerdo aquel momento con cierta nostalgia/ ahora medio borracho maldiciendo al mundo/ consumiendo cualquier mugre abandonada de la vida/ donde la empalizada construida en cualquier momento se viene abajo/ y yo sin un lugar donde refugiarme/

Incluso esta nostalgia , desesperanza y dolor que anteriormente nombré es más potente por sobre las ideas de la muerte que rondan en la tinta, porque el humor negro bien equilibrado hace desistir de alcanzar el revolver; y al cordel sólo mirarle el nudo y reflexionar que somos encomiendas que el tiempo, solamente el tiempo borrará.

El capítulo 2, nos dice que el desierto es su lugar por sobre todas las cosas, es el motivo del libro, que para algunos el desierto es una cartografía apremiante y que para el como poeta es algo mayor que día a día hay que remover de los zapatos y que tanto la vida y la muerte te ahoga en un vaso de arena. El poeta se presenta con la vida como un espejismo, algo que cuesta asir y que sólo soñamos hasta la utopía, porque cuando se intenta tomar con las propias manos la realidad, aparecen los poderosos de siempre en los 70 y 80 con sendos helicópteros cortando con sus aspas las puestas de sol y en el siglo XIX los ricachos enaltecidos en la alameda copiapina, a costa de la matanza y el abuso de los iletrados mineros de Atacama en la época de la plata, donde guerras y revoluciones nunca serían beneficios para el pueblo.

En el capitulo 3, nos encontramos con una variedad de textos muy bien ordenados en raíz de 36, raíz de 49, raíz de 64 y raíz de 81. En raíz de 36 nos encontramos con el personaje de excelencia, el hijo de la Virgen María, Jesús como “El Judío Errante” un desgarbado hombre que está a su suerte en el desierto de la región de Atacama, viendo pasar el Rally Dakar, con hambre, donde nadie le da bola, más que una señora de una pensión, doce seguidores y una mujer que le ofrece favores sexuales fiados (polvitos en el desierto) que serán pagados en el más allá; bien diablo este hombre, más nunca diciendo que ese más allá no está, porque resucitaría al tercer día.

Me permito compartir un texto:
Emputecida estaba la dueña de la pensión/ cuando el judío errante/ le informó que esa noche habría una cena/ y que vendrían unos amigos/como doce en total/sin borracheras ni discusiones/ que no se hable de fútbol política ni religión/ dijo la vieja / usted ya conoce mi genio concluyó. / No se preocupe/ será la última/.

También hay un profundo respeto por la creencia y se nota cuando el dice en uno de sus textos :

“Aquellos que antiguamente llamaban desventurados/ le dijeron/ -Jefe usted la lleva ahora/ conviértanos el agua en vino/nosotros sabemos que Ud. puede-”

Ese “sabemos que Ud. puede” nos habla sobre esa Fe y religiosidad que casi todos hemos vivido.

Fernando, realiza aquí el ejercicio que debe llevar la escritura de Atacama en estos tiempos, hacer de una escritura regional y entiéndase como concepto geopolítico y no de un anacrónico chovinismo histórico literario.

En raíz de 49, unos epigramáticos textos dan cuenta de los “actos públicos” de los años 80 y que hoy se mantienen como tradición, tal como la parada militar y los desfiles en las plazas públicas donde aparecen los huasos a caballo creyendo que la acto de pasar el cacho es casi una performance de arte, y del mejor nivel, donde las autoridades se hacen los lesos con el asco al sabor bigoteado de la chicha, pero el también como un ciudadano asiste y se entretiene con un perro que se roba las miradas en el desfile, pero en su mente solo ronda el paradero de su hermano.

De entre todos los oficiales/ suboficiales/ y tal vez la tropa que desfila/ de los que están sentados/ al lado del presidente/ habrá alguno que sepa/ del paradero de mi hermano?/

Raíz de 64, continúa con actos públicos como esos del día a día donde se nos ofrecen chapitas y medallas fuera de la catedral, comiendo un completo en el Silvy George, en un carrusel, en un consultorio conversando tonterita con los niños y también viendo un concierto del gran cantante Sandro en el ex estadio techado de Copiapó, hoy un hotel de varias estrellas, además de la fijación con personas con capacidades distintas como las auditivas, del habla y de otra partes del cuerpo.

En raíz de 81, Fernando nos entrega la revolución querida por él y por muchos, esos intentos que contribuyeron al derrocamiento de la dictadura, pero no son poemas extemporáneos como suele ocurrir, porque una acción de rayar un muro, salir a las calles, ocultar a los padres cuando se es joven – lo digo por el hablante lírico- escondiendo panfletos y uno que otro objeto que sirva para la defensa personal y colectiva, esos que presionan la espalda. Acciones tan propias de los movimientos sociales actuales.

Soy de aquellos que creen que no hay nada de malo en publicar seguido; si bien es cierto siendo responsable con la técnica, la edición profesional del texto y con la preocupación por el arte del libro; el autor debe hacer sus publicaciones en todas sus etapas y jugársela por aquello, pero también hay que respetar cuando esa determinación no es así y creo que Fernando Rivera hizo muy bien en esperar más de 25 años antes de realizar este libro, que sin duda no será una antología olvidada porque no es un libro más y un árbol menos, es un verdadero aporte y un ejemplo de técnica, lectura y pulcritud que deben valorar las generaciones mayores, ya que las menores a Fernando, lo estamos haciendo y estamos atentos a su próxima obra, donde como todo poeta debe pasar la barrera del primer libro.

Quiero concluir diciendo que el libro de Fernando para mi se abre como un Atlas del Norte de Chile o como una clase de geografía humana porque posee tiempo y espacio, matemáticas, profundidad, política, territorio, tradiciones, religión, porque contiene hechos históricos, estadísticas, personas en lo macro y lo micro; Fernando Rivera Lutz, mira el desierto con toda su construcción cultural local, nacional, mundial y te frota esa nostalgia en la cara.

El libro “Raíz de uno, antología olvidada” es una ““celebración a todo los minutos que vamos perdiendo, un golpe a la gente que olvida y pierde los detalles del día a día, es en definitiva una humana geografía poética”


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