Adelanto de lo que Espinoza Bardi y Cinosargo preparan para octubre de este año [LA MALDICIÓN DE LOS WHATELEY'S Y OTROS RELATOS]


Adelanto de lo que Espinoza Bardi y Cinosargo preparan para octubre de este año

LA MALDICIÓN DE LOS

WHATELEY'S

Y OTROS RELATOS

Pablo Espinoza Bardi


EL TERROR DE PABLO ESPINOZA BARDI


Pablo Espinoza Bardi (Arica–Chile, 1978) es el autor del Necrospectiva Vol.1, obra que consta de diecinueve relatos escritos entre el 2006 al 2010. Sus cuentos me agradaron en demasía y me provocaron sobresalto. Su estilo me llamó la atención, onírico, directo, remitía a sensaciones de locura. Eran notables las aplicaciones del horror psicológico y la visión del inframundo, aquel territorio que se mueve bajo el ambiente urbano. Pablo Espinoza ha seguido publicando, lo ha hecho con gran empeño estos últimos dos años. El autor disfruta del género terrorífico, en dicho cuaderno hubo ecos de Clive Barker, Edgar Allan Poe, Robert Bloch. La degradación humana llevada al límite, la descomposición de la realidad particular de un sujeto debido a la insania. El tema de la maldad humana. Este gusto por el género de terror queda de manifiesto en su tercera entrega: «La maldición de los Whateley's y otros relatos», libro conformado por ocho textos, cuyos temas centrales son la transgresión de lo prohibido, la lectura de libros malditos, los mundos alternos y horripilantes. Se notan ciertas reminiscencias de Howard Philip Lovecraft, célebre escritor de geniales piezas de lo sobrenatural. Lovecraft, también llamado El recluso de Providence, es uno de los autores más recordados y leídos del género junto con Edgar Allan Poe y Stephen King. Su fama fue tal que se creó a su alrededor un Círculo Lovecraft, con muchos autores que admiraban su obra: Robert Bloch, Frank Belknap Long, August Derleth, Clark Ashton Smith, entre otros. Cada uno de estos excelentes narradores desarrolló paralelamente, o después, una obra muy personal que mantuvo muchas veces la esencia que El recluso de Providence imprimió a sus cuentos. Estas historias estaban enmarcadas dentro de un ciclo primordial para los lectores del género fantástico, «Los mitos de Cthulhu». Este ciclo se circunscribió en su

primera época a la tradición de miedo anglosajón. Los elementos fundamentales de estos mitos son: la angustia cósmica de protagonista (mayormente un erudito en busca de un saber vetado) y la expresión simbólica-onírica de esta angustia. Es increíble como muchos autores, al mismo tiempo que Lovecraft, publicaron relatos relacionados con estos temas en las páginas de la mítica revista Weird Tales, publicación legendaria que colocaba textos muy horrendos, muchos de ellos inconseguibles hoy en día. En verdad muchos cuentos de esta laya han quedado anticuados, pero varios de estos temas, personajes y conflictos permanecen vigentes; tal vez nunca puedan dejarse de lado. Prueba de ello es la inconmensurable cantidad de narradores y poetas (por hablar sólo de Literatura) que, fascinados por los seres extraordinarios relacionados al ciclo, han escrito ficciones inmersas en dicha temática desde hace más de setenta años. Es algo excepcional. Los cuentos y novelas adscritos al los Mitos de Cthulhu son muy interesantes y siempre logran dos cometidos, generar miedo en el lector y hacernos comprender nuestra pequeñez en relación a fuerzas externas que no comprendemos. Me parece que aquí debo hacer una digresión muy importante. No deseo limitar al ámbito literario la importancia de Cthulhu y su séquito, los seguidores de este género hemos leído gran cantidad de historias y admirado durante mucho a tiempo a los autores que han ido por esa línea. Sin embargo, no debemos olvidar otras artes que han rendido homenaje o han dado su versión del asunto: la música, las artes plásticas, el teatro, el cine, etc. Citemos sólo una obra maestra, el film «Dagon» de Stuart Gordon, que nos brinda una interesante perspectiva con respecto a una de las obras más geniales de H. P. Lovecraft, «La sombra sobre Innsmouth». Esto demuestra la vigencia de este sub-género de la vertiente literaria terrorífica, algo que los aficionados y estudiosos de lo sobrenatural agradecemos. Volvamos a la literatura. La prueba más fehaciente de la buena salud de la que gozan estos mitos es la enorme cantidad de textos pertenecientes al ciclo que hoy se publican en revistas del género, virtuales e impresas. Muchas de estas narraciones y poemas de autores de todo el mundo poseen una calidad impresionante, lo cual refleja que la temática puede manejarse de forma apropiada con un estilo original. Tal es el caso de Pablo Espinoza Bardi. Desde el primer cuento de esta entrega, «Mr. Graveyard», manifiesta un excelente dominio de la temática lovecraftiana (en este punto ya no podemos hablar de un solo escritorfuente, sino de una legión de autores inscritos dentro de esta magnífica corriente); Espinoza Bardi nos sorprende con un estilo enteramente propio. Podría ser un homenaje, quizá, aunque… ¿escribir un cuento de vampiros puede considerarse hoy en día un tributo a «Carmilla» de Sheridan Le Fanu o a «Drácula» de Bram Stoker? Pues no. Los mitos de Cthulhu pertenecen hoy en día a la cultural general. Concebir un relato ambientando en dicho universo, más que un pastiche es una extensión artística de un árbol fabuloso. Es una nueva trocha hacia aquel mundo lleno de posibilidades que nació de una semilla plantada por El recluso de Providence. Las frases cortas de este libro, las imágenes potentes, la focalización onírica se logran mediante una serie de técnicas, propias de Espinoza Bardi. Como dije, la vigencia de los mitos justifica la escritura de este tipo de cuentos. El horror cósmico es actual, como el cuento de fantasmas, de licántropos, de terror urbano (Stephen King), o de fuerzas malignas que quieren dominar nuestra esencia (Dean R. Koontz). Es cierto que muchas constantes lovecraftianas se perciben en los cuentos de «La maldición de los Whateley's y otros relatos», pero muy importante es el modo de contar las historias. El sentido de las cursivas al final del primer relato, así como las imágenes de ensoñación macabra en «Los últimos dioses», muestran la visión personal del artista creador con respecto a la temática del cuentario. Los ceremoniales negros, en «Marcha fúnebre hacia el valle sagrado» es un claro ejemplo de la validez del discurso de Espinoza Bardi, nótese la vacilación del protagonista al ser absorbido por una realidad atosigadora, muy tormentosa, muy singular. «El llamado de Muu Zebbuth, “El alquimista”» trata el tema del brujo, tópico muy común en otro maestro de la literatura de terror, Clark Ashton Smith, quien destacó por su lenguaje depurado, intelectual y bastante pulido (demasiado, podríamos decir). En su libro Espinoza Bardi hace gala de un lenguaje claro y sencillo, lo cual certifica lo que intenté calificar como un estilo particular dentro de una temática general. El autor usa las técnicas de un modo sobresaliente, por ejemplo en el cuento «El ser en el mausoleo» utiliza un documento confesional para hacer el más verosímil su ficción, recurso muy usado por Lovecraft, que solía citar documentos, periódicos y localidades auténticas en sus relatos para lograr verosimilitud y aumentar el efecto terrorífico. Además, nótese en este relato y en los siguientes un horror progresivo, in crescendo, que al final desemboca en una tragedia de grandes proporciones, una direccionalidad muy común en esta clase de narraciones. El hombre es destruido por aquello que no entiende. Ficciones muy eficaces todas ellas, que van desde el asunto de los libros prohibidos, «Mr. Berneth» hasta la desesperación del protagonista que se embarca en una aventura apabullante en «¡Chak! ¡Chak! ¡Chak!». La prosa fluida genera interés y se enlaza bien al argumento. De todos los relatos destaca el último, el más largo y que da título al libro, el cual narra un oscuro secreto alrededor de una familia. Dividido en capítulos se percibe ese acercamiento progresivo hacia apoteósicas consecuencias que doblegarán las emociones del receptor más impávido. Mis felicitaciones a Pablo Espinoza por este provocador libro. Mis deseos de éxito para que siga creando (si permanece dentro de esta corriente, mejor) y mis agradecimientos por permitirme prologarlo y tener la oportunidad de acercarme en primer lugar a una obra de gran valía para la literatura.

—Carlos Enrique Saldivar

Lima – septiembre 2011



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